Los chilenos somos testigos de la mayor movilización social de la última década: los estudiantes secundarios del país han iniciado un movimiento que ha sorprendido y paralizado al establishment nacional (*).
Como todo movimiento social postmoderno, los matices son muy variados y como la protesta se encuentra en desarrollo es difícil predecir cuál será su resultado.
Este post lo escribo sólo para efectos informativos y quizás sin la profundidad y reflexión que merece un planteamiento tan complejo como el que realizan los jóvenes: cambiar la educación. Al respecto este blog tiene bastante analisis ya publicado en esa línea.
Sin embargo, quisiera enunciar algunas hipótesis que me han surgido al observar el desarrolllo de este movimiento estudiantil:
- La sociedad chilena se encuentra desde hace años en transición y cambio profundo. No sólo transición política iniciada en 1990 con el advenimiento de la democracia, sino que transición en su estructura demográfica; transformación en la estructura económica y productiva; cambios y mutaciones en nuestra manera de interpretar el mundo...
- Desde hace años se viene escribiendo acerca de la profunda transformación cultural que vivimos como país, la cual por primera vez en nuestra historia se encuentra conectada a lo que ocurre en todo o casi todo el planeta, gracias a la proximidad que las tecnologías de comunicación.
- Paradojalmente, si analizamos los estándares es indudable que el país ha avanzado en lo material, no obstante existe en nuestra sociedad una sensación de malestar que es aparentemente inexplicable. "Los chilenos no somos felices" dijo Enrique MacIver a inicios del siglo XX y esta frase se vuelve a repetir un siglo después.
- Según el Informe de Desarrollo Humano en Chile 1998, titulado "Las paradojas de la Modenización", se plantea que "junto a estos logros y avances importantes coexisten grados más o menos significativos de desconfianza tanto en las relaciones interpersonales como en las relaciones de las personas con los sistemas de salud, previsión, educación y trabajo.
El malestar existente hace pensar que los mecanismos de seguridad que ofrece el actual "modelo de modernización" resultan insuficientes. Los fenómenos presentados en los distintos capítulos de este Informe permiten diagnosticar que aunque el país avanza, la Seguridad Humana en Chile no tiene un nivel satisfactorio y, además, se encuentra distribuida de manera desigual.
De ser correcta esta apreciación, es menester preguntarse por las razones de dicho malestar. La indagación descansa sobre una hipótesis: a la luz de diversos antecedentes parece plausible interpretar el malestar como la expresión larvada de situaciones de inseguridad e incertidumbre. De este supuesto se desprenden las dos interrogantes que orientan el análisis:
¿Por qué las personas se sienten inseguras si la modernización de los sistemas e instituciones sociales muestra y augura un aumento de las oportunidades?
¿Qué consecuencias puede tener tal desajuste entre los logros de la modernización y la percepción de la gente para un desarrollo que pretende ser humano y sustentable?". Hasta allí parte de ese extenso informe que les recomiendo leer.
- Después de años de conformismo, algunos grupos de jóvenes sorprendentemente claros, preparados y honestos han logrado la atención del país planteando que exigen cambios profundos a nuestra educación. Una promesa enarbolada por todas las candidaturas presidenciales en la última elección, pero aparentemente desechada en la práctica por no ser políticamente rentable en el corto plazo.
- Sostengo personalmente que nuestra sociedad tiene una deuda muy peligrosa con nuestros jóvenes: no hemos sido capaces de definir qué tipo de educación queremos. Ese debate y esa definición han sido infinitamente postergados. Como diría Fernando Flores, frente a la educación los adultos "nos hacemos los lesos".
- Definir qué queremos de la educación en Chile permitiría saber claramente las reglas del juego. En definitiva, poner la educación al servicio de la meta que nos tracemos.
- Esos nuevos protagonistas que ahora aparecen refrescando nuestras pantallas de televisión me han sorprendido por su respeto hacia las bases que representan. Hasta ahora, estos nuevos líderes han declarado que ellos son portavoces de sus asambleas en los liceos y colegios y por lo tanto no caen en la tentación de impulsar sus propias opiniones. Sin duda una lección de democracia que los partidos políticos debieran aprender y por supuesto todas las "autoridades" que muchas veces se sienten dueños de los cargos de representación popular.
- Me sorprende también la autonomía del movimiento. Pese a los intentos de manipulación que seguramente hay detrás, los líderes declaran no estar motivados por los partidos políticos.
- La legitimidad y simpatía que está provocando la movilización en la sociedad chilena, creo que se debe al planteamiento de la NO VIOLENCIA ACTIVA que han impulsado sus dirigentes. Ello, pese a algunos hechos violentos e incluso saqueos de algunos desadaptados, la tónica general ha sido pacífica.
- El uso de las tecnologías de la comunicación en este movimiento social es algo inédito hasta ahora en Chile y demuestra la apropiación inteligente de las TICs por parte de quienes lideran la protesta.
(*) Publicado originalmente en mi antiguo blog Conexiones de La Coctelera, el año 2006, a propósito de la llamada "Revolución de los Pingûinos".
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