Desclasifico: El caso Babul, un enigma policial olvidado en La Serena
- Mauricio Bertero
- 19 sept 2021
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 7 ene

Calle Prat de La Serena, hace algunas décadas.
Hay casos policiales que impactan y muy pronto se olvidan. Mucho más si pareciera que no hay interés en aclararlos, y que además ocurrieron en años en que no había Internet y que por lo tanto hoy no existe registro alguno en la red que permita traerlos al presente. Es la historia caso que voy a recrear usando solo mi memoria. Lo conozco porque me tocó reportearlo en su momento y siempre he pensado que es una trama digna de un buen guión cinematográfico.
Todo parte con los comentarios que circulaban en La Serena acerca de un comerciante que había llegado hace un par de años a instalar sociedades y un negocio ubicado en la calle Cienfuegos. Dotado de grandes cualidades carismáticas y conocidas relaciones familiares, sedujo a parte de empresarios de la zona con sus planes y negocios. Pasaron pocos años, pero a poco andar, en 1989, se encendieron las alarmas en algunos de ellos porque de improviso el comerciante desapareció. En los cafés del centro era el comentario obligado. Incluso en uno de ellos, su dueño, quien lo conocía, me comentó sorprendido que el día anterior a su desaparición había estado en el local y su consumo lo pagó con un cheque de un valor mucho más elevado, pidiéndole que la diferencia se la cambiara por efectivo. Nunca imaginó que el conocido cliente a quien atendía regularmente le había dejado un cheque sin fondos.
El escándalo pasó a ser el comidillo obligado en los diferentes círculos serenenses, los que con el paso de las semanas comprobaron que el episodio descrito antes era solo un botón de muestra de la errática conducta de Jaime Babul Jacob, que era el nombre del carismático comerciante; y tras su sorpresiva huída por la situación económica que atravesaba comenzaron a salir a la luz las millonarias deudas que estaba dejando a su paso.
La historia podría haber quedado allí como muchos casos similares: un comerciante quebró y para no enfrentar los problemas escapó de la ciudad para esconderse por un tiempo de los problemas judiciales que se le vendrían encima. Pero no fue así, la historia se vuelve intrigante en su segunda parte.
Nada se supo por varios meses y Jaime Babul pasó al olvido, hasta que un día de verano una noticia remeció al tranquilo balneario de Tongoy: un cuerpo fue encontrado flotando en la Playa Grande de Tongoy. Un halo de misterio rodeó el hallazgo, pues no pudo ser identificado. Luego se supo que ese cuerpo fue trasladado a La Serena para la autopsia de rigor y, mas adelante, trascendió que el médico a cargo del procedimiento lo catalogó como N.N. por lo que siguió sin ser identificado.
Sin embargo, otras pericias practicadas al N.N. lograron determinar que el cuerpo correspondía al desaparecido comerciante Jaime Babul.
¿Cómo llegó a Tongoy?, ¿Dónde estuvo el tiempo en que estuvo escondido?, ¿Cuáles fueron las circunstancias de su muerte, atendido a que el fallecimiento fue catalogado solamente "por inmersión"? ,¿Hubo intervención de terceros?
Muchas de estas interrogantes probablemente persistan hasta hoy día. La investigación judicial quedó en manos del juez Miguel Vásquez, actual ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago y presidente del Tribunal Electoral de la Región Metropolitana.
El caso tuvo al principio gran repercusión en la escasa prensa regional de entonces, en cuyos archivos debe estar la información que se publicó por esos días y del cual de improviso nunca más se oyó hablar.
Una vida de novela
Tras la identificación del occiso y las dudas que despertaba su muerte trascendieron algunos detalles no conocidos de la azarosa y novelesca vida del comerciante. Antes de llegar a La Serena vivió en un país árabe junto a quien entonces era su mujer. Durante su estadía se vio involucrado en una situación de drogas por lo que estuvo detenido y arriesgó la horca, que era la pena para ese delito allí. La intervención de un embajador chileno en los países del Medio Oriente lo salvó y trajo de vuelta a Chile. El diplomático era pariente suyo.
Mientras trascendían estos antecedentes, otros hechos ayudaban a que el misterioso caso se convirtiera en un escándalo. Un allanamiento practicado en la vivienda de su pareja local arrojó la existencia de cartuchos de explosivos. Toda una trama de especulaciones comenzó a tejerse. Una de ellas apuntaba a que Babul escapó después de su quiebra a Argentina a través del Paso de Agua Negra, que vivió escondido en ese país y regresó clandestinamente a La Serena a cobrar una deuda por la liquidación de sus sociedades y negocios. En ese trámite habría perdido la vida, ahogado en Tongoy. En la trama aparecen involucrados los dueños de la empresa Covalle que justamente mantuvo un servicio que conectaba a Chile con Argentina a través del pPaso Agua Negra.
Algunas hipótesis aventuraron que en el marco de las negociaciones que realizaba para cobrar una deuda en La Serena, a lo que habría venido clandestinamente a Chile, fue inyectado por el ombligo con alguna sustancia que no deja rastro; luego, subido a una embarcación en Tongoy y arrojado al mar. Uno de los tantos antecedentes llamativos de la investigación que quedó flotando en el aire fue que el médico que le practicó la primera autopsia mencionada y que lo calificó como N.N. había sido socio suyo en un negocio local de comida ubicado en la calle Prat. ¿Cómo no pudo identificar el cuerpo de su ex socio?, se preguntaron quienes conocieron el caso.
Todo ha quedado en la nebulosa, hasta hoy.
Un funeral a los gritos
El funeral de Jaime Babul también derivó en un escándalo. A él concurrieron, aparte de sus familiares, muchas de sus amistades y conocidos de la pequeña sociedad serenense de entonces, cuya población apenas llegaba a no más de 100.000 habitantes, muy lejos del cuarto de millón que alberga hoy. Durante las exequias, la madre de Babul Jacob, emocionalmente desbordada, interrumpió la ceremonia, se acercó a un conocido comerciante local presente en el sepelio, lo encaró y expulsó del lugar acusándolo de ser el responsable de la extraña muerte de su hijo. Una escena digna de película difícil de olvidar para los presentes.
El paso de las semanas terminó por cerrar el caso y caer en el olvido, pese a los ingredientes propios de una serie policial de Agatha Christie. La escasa capacidad investigativa de la prensa local por esos años relegó al olvido el desenlace de esta historia, y también quizás un cierto interés del entorno de la víctima por enterrar el escándalo debido a que los detalles comprometían a conocidas familias. En esos tiempos, me desempeñaba como jefe de prensa de una conocida radio de alcance nacional y debido a mi interés profesional por informar sobre esta intrincada trama recibí una tarde la visita de quien me señaló ser abogado de la familia, quien me manifestó el interés de ésta para que no siguiera divulgando el caso.
La investigación judicial debe estar todavía archivada en algún lugar de los tribunales esperando que alguien se interese en conocer las conclusiones del juez a cargo de la causa.
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